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lunes, 23 de marzo de 2015

La tienda del árbol






La tienda del árbol


¿Qué pasa cuando un árbol estorba en la construcción de un inmueble? Una tienda de conveniencia en el sur de Monterrey decidió convivir con su nogal en lugar de derribarlo.

Por: Paula de Anda.
−Señorita, ¿dónde tiene el jamón? –pregunta un cliente que tiene cinco minutos para estacionarse, bajarse del carro y entrar en esta tienda: el 7-Eleven número 500 en Nuevo León.
−Atrás del árbol, señor –responde la empleada desde el mostrador y apunta con su índice un nogal de corteza arrugada y tronco ancho situado en el centro de la tienda.
El nogal tiene 60 años. Es tan grande que atraviesa el techo de la tienda y lo supera, por mucho, en altura. Majestuoso, gigante, el árbol pasa desapercibido por el señor y sus prisas. Al verlo, se olvida de su jamón y se inmuta. ¡Un árbol!
Según los especialistas, en la zona metropolitana de Monterrey hay un déficit severo de árboles. Guillermo Martínez Berlanga, ecologista y dirigente del Comité Ecológico Pro Bienestar, dice que a la ciudad le falta 1 millón de árboles. El presidente de Reforestación Extrema, Cosijoopii Montero, asegura que se necesitan 25 áreas verdes, cada una del tamaño de Parque Fundidora. La ciudad es una plancha de asfalto donde el pasto, los arbustos y los árboles son reemplazados por estacionamientos, edificios y tiendas de conveniencia.
El comprador de jamón no es el único a quien este nogal le sorprende. La arquitecta Ana Cecilia Garza, coordinadora de proyectos de sustentabilidad de 7-Eleven, cuenta que un día estaba revisando los videos captados por la cámara de seguridad adentro de la tienda, junto al nogal. La cámara filmó las expresiones de sorpresa de los niños que miraban y se acercaban al árbol. La extrañeza de los niños extrañó a Ana Cecilia. También vio clientes que lo abrazaban y se tomaban fotos con él.
Puesto en otro contexto, un árbol es tan cotidiano que no nos sorprende. Pero este nos cautiva porque no lo esperamos. Sus raíces atraviesan la cerámica del piso y su tronco se interpone entre los refrescos y sus compradores.
“Se decidió mantener este nogal en el interior de la tienda para respetarlo, cuidarlo y motivar a que otras construcciones hagan lo mismo”, se lee en una placa que cuelga del árbol.
Este letrero, hecho con polvo de bambú y bolsas de plástico, no es el único de la tienda. Otros dos, que cuelgan del techo y que están hechos del mismo material que el letrero del árbol, indican que la tienda tiene paneles solares, aislantes en muros, mingitorios secos y otras particularidades que ayudan a reducir el consumo energético en un 28 por ciento, comparado con las primeras tiendas de 7-Eleven de México.
Al lado de un cajero y del congelador que alberga las bolsas de hielo está otro letrero: “Este sensor nos avisa cuando hay demasiado dióxido de carbono en el aire, para asegurarnos que siempre respiremos aire limpio”, y el sensor parpadea un par de veces, como diciendo: sí funciono.
Entre los plátanos, los limones, las máquinas del café, el azúcar y las cremas, se ven más letreros: uno anuncia que las vigas de acero contenidas en esta tienda, inaugurada en julio del 2012, fueron recuperadas en su totalidad de una construcción anterior, lo que alarga el ciclo de vida de los materiales. Otro enseña que el 90 por ciento de los desechos materiales de demolición y construcción fueron reciclados.
La arquitecta Ana Cecilia menciona que llenaron la tienda con estos letreros para que fuera una suerte de museo, donde los clientes y visitantes aprendan distintas maneras de reducir el impacto ambiental en una construcción.
Desde lejos, a este 7-Eleven ya se le empiezan a notar las singularidades. A unos metros los paseantes, si son observadores, verán que del techo salen las ramas del nogal. Al acercarse, los clientes se dan cuenta del hueco en el techo, y también notan que en el estacionamiento hay un espacio reservado para autos híbridos, un estacionamiento para las bicicletas y contenedores para separar basura. Y si preguntas, te llevas más sorpresas: Alfonso Silva, el gerente de la tienda, te dirá que tienen regaderas disponibles para los ciclistas sudorosos y que el agua condensada por los aires acondicionados se usa para regar casi la mitad de las áreas verdes de la tienda.
Por todos estos ajustes, la tienda recibió la certificación LEED (Leadership in Energy and Environmental Design, por sus siglas en inglés), creada por el Consejo de Construcción Verde de Estados Unidos.
La certificación avala que un edificio es sustentable. Tiene cuatro niveles: platino, oro, plata y normal. Este 7-Eleven obtuvo la tercera clasificación y fue la primera tienda de conveniencia en América Latina en obtener dicha certificación.
La tienda, ubicada en Alfonso Reyes casi esquina con Revolución, está cerca de distintos comercios y puntos de afluencia. Un hombre sale con una bebida entre las manos. Trabaja en una compañía de seguros muy cerca de aquí. “Yo vengo todos los días y seguido veo gente tomándose fotos con el árbol...Yo creo que por eso vengo, por el árbol, y la gente viene  por el árbol.






 Fuente: Facebook Regeneración urbana Monterrey
Árboles de San Pedro

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