Árboles urbanos, destino incierto
Árboles urbanos, destino incierto
EGLANTINA CANALES GUTIÉRREZ *
miércoles, 03 de diciembre de 2014
En las reforestaciones que se hacen en el campo, esta medida es la
necesaria, hay muchas razones para hacerlo de esa manera; la primera, se
plantan en densidades suficientes para asumir una pérdida natural
debido al clima y a los depredadores, la segunda es que si se usan las
plantas adecuadas se disminuye la posibilidad de pérdida, además de que
se eligen las épocas más apropiadas de plantación, se prepara el terreno
y se protege el sitio, también puede haber una disminución de las
pérdidas.
En las plantaciones forestales tanto comerciales como de restauración,
se asumen los riesgos y se conoce de antemano que hay un cierto nivel de
pérdida, para ello se elijen medidas adicionales, como incrementar el
número de plantas por área, utilizar materiales de apoyo, pero sobre
todo vigilar que la plantación la lleve a cabo personal altamente
capacitado, ya que una de las causas más comunes de pérdidas son los
defectos del sistema con que se plantaron.
Pero en la ciudad la situación es muy diferente. En principio y de
manera tradicional los árboles se han plantado en las ciudades con
motivos ornamentales, con el tiempo se encontraron los otros beneficios
que todos conocemos, el oxígeno, la sombra, el hogar de las aves y las
mariposas. Ahora estudios muy cuidadosos nos brindan información sobre
beneficios de las áreas verdes a la salud, a la seguridad, a la
convivencia, al aprendizaje. Todo ello hace que pensemos más en ellos
como grandes benefactores y hermosos elementos decorativos de las
ciudades y las casas.
Pero, siempre hay peros, si los amamos tanto, si solicitamos tenerlos
cerca, si nos acercamos a plantarlos, yo me pregunto ¿por qué no los
respetamos? En todos lados vemos árboles mutilados, con partes
arrancadas, sin su protectora corteza, vandalizados. Es una pena ver que
pocos árboles en la ciudad tienen la conformación perfecta, la salud
adecuada, la belleza que les corresponde.
Sucede que olvidamos muchas cosas importantes, en principio vemos a los
pequeños arbolitos a veces de unos cuantos centímetros y a veces de dos
o tres metros de alto, esbeltos, con pocas ramas y nos olvidamos que
estamos frente a un gigante, sólo que requiere años, cuidados, paciencia
y espacio para crecer. Ponemos frente a la casa un álamo que medirá 30
metros de altura y tendrá un diámetro de más de un metro y luego nos
quejaremos de que creció, quebró el pavimento y la banqueta, además de
ser un enorme estorbo. Ponemos a los árboles donde consideramos prudente
en un momento de emoción ecológica, pero terminamos deshaciéndonos de
ellos en un momento de aversión por un ex amigo.
El problema, como otros muchos, es de educación y de conocimiento,
plantar un árbol y cualquier otra planta con fines de ornato, requiere
de atención, sobre todo en la selección, las alternativas para tener una
ciudad verde están al alcance de todos, sólo hay que preguntar.
Hace días se sacrificaron un buen número de árboles para dar paso a una
necesaria construcción. Las protestas fueron numerosas, se habló de
contar con mejores herramientas, vehículos, expertos, en fin, mucha
información, pero no la que se requería. Los árboles sacrificados
deberán ser compensados, pero con la firme intención de que cumplan
completo su ciclo de vida, esto quiere decir en el lugar adecuado, la
especie adecuada, con los cuidados necesarios.
Esto implica que debemos ponernos a escribir un buen manual de
reforestación urbana para ciudades en crecimiento, un buen trabajo para
vacaciones.
Fuente: http://www.eldiariodecoahuila.com.mx
Arboles de San Pedro
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