Ciudad sin árboles
Por Elizabeth Bello ExpósitoJueves, 02 Abril 2015
Las sierras, machetes me han dejado los parques sin verde, sin vida, sin oxígeno. Ahora cortaron varios de los más grande que había en el parque principal de la urbe, el Calixto García, dicen que porque enfermaron y talarlos de cuajo fue la primera solución al problema; sin pensar en que lo que vale un árbol.
Mi mamá dice que a mí no me gustan las plantas, porque muchas veces no le dedico el tiempo que merece a las plantas de casa; pero con ella, amante ferviente del verde, capaz de parar el carro en medio de un viaje interprovincial por una mata y que nos hacía notar todas y cada de las que veíamos en la carretera, aprendí también a adorar la vida que representa un árbol, la naturaleza, todo tipo de plantas y todo lo bello y bueno que con ellas viene.
Con ella aprendí que la buena calidad de vida y pureza del aire que respiramos se lo debemos en su mayoría a los árboles urbanos. ¿Se imaginan vivir en un lugar donde estos no existieran? Sería prácticamente inhabitable: el panorama se vería desolador, y ni hablar de la contaminación, causa de las enfermedades respiratorias.
Sí, ya sé que los árboles muy grandes rompen las aceras, dañan el tendido eléctrico; no obstante, más de la mitad de la población mundial vive en ciudades, y para 2030, esta proporción aumentará al 60 por ciento según la ONU y los árboles, especialmente los ubicados en los entornos urbanos, resultan la mejor estrategia para que sus habitantes, o sea, nosotros, vivamos más y mejor, gracias a sus ventajas para el medio ambiente, la economía , la salud.
Los árboles, además de mejorar la calidad del aire con su aporte de oxígeno y humedad absorben y bloquean el ruido, de manera que reducen la contaminación acústica urbana. Los expertos también recuerdan sus efectos psicológicos positivos, al suavizar los grises entornos urbanos y proporcionar un carácter natural más agradable.
Por otro lado, proporcionan un ahorro de energía, puesto que refrescan el ambiente, de ahí que se reduce el uso de los sistemas de climatización. El incremento de un 10 por ciento en la cubierta de las copas de los árboles en las ciudades puede disminuir de 3 a 4°C en la temperatura ambiente, según datos recopilados en Reino Unido y dados a conocer por el PNUMA.
Igualmente, combaten el efecto invernadero de la atmósfera, ya que absorben el dióxido de carbono (CO2), el gas de efecto invernadero con mayor impacto en el cambio climático y a su vez ofrecen hogar y alimento para numerosas especies animales y vegetales, lo que significa protección a la biodiversidad.
La ciudad necesita de árboles, pero sembrarlos sin una adecuada selección de especies, planificación supone tener débiles, enfermos o que estropeen los propios parques, las aceras e incluso dañen el patrimonio.
Un territorio azucarero de la provincia, tras el paso del huracán Sandy perdió su tamarindo centenario. Los azotes arrancaron completamente el árbol bajo el cual se había tejido la historia de generaciones, bajo su sombra, en el medio del pequeño parque, se habían enamorado muchas parejas y jugado hijos y nietos. El pueblo lloró su pérdida como la de un hermano; porque este simbolizada el crecimiento de aquel pueblo y fue testigo de su acontecer.
Los árboles son como las sonrisas, cuesta poco darlos, regalarlos, pero en cambio nos devuelven vida. Ya lo decía José Martí, durante su paso por el planeta todo ser humano debía sembrar un árbol; a lo que agregaría, y preservar los ya sembrados.
Fuente: http://www.ahora.cu/secciones/opinion/16953-ciudad-sin-arboles
Árboles de San Pedro
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